Hay gente que tiene marcada a fuego la necesidad de saber absolutamente todo de otras personas, y no solo saber, sino que opinan, desparraman, e inventan tales variantes de la realidad que podrían ganar un óscar a mejor ficción.
Nadie fue exento de toparse con alguno de estos ejemplares, están por todos lados, en toda cuadra, barrio, escuela, trabajo…donde a usted se le ocurra. Es muy amplia la variedad. No se limita a la típica vieja de barrio que muchos hemos conocido, la que al llevar visitas a tu casa, está mirando por su ventana o se sienta en la vereda para observarnos mejor; también hay de diferentes edades, sexo, clases sociales, peso, altura, etc.
Uno no puede tener secretos, cuando piensa que los tiene bien guardados se da cuenta de que medio mundo tiene conocimiento de su confidencia (algo ampliada, por supuesto), y si vamos a la raíz del problema encontramos a ese tipo de sanguijuelas de historias.
Estas personas están calificadas para averiguar cualquier tipo de información, tal vez al FBI le convengan, no hay manera de ocultarles algo ya que viven colgados observando y escuchando, todo su entorno, para intentar encontrar a la próxima víctima de sus baratos cuentos. Todo esto de obvia manera porque no les avergüenza su proceder y hasta mantienen contacto visual con total caradures mientras te buscan algo. Demás esta aclarar que si por alguna enigmática cuestión no logran su dichoso objetivo de enterarse o quizás no captan una parte, inventan las mas retorcida historia que su bajo intelecto tiene el poder de construir.
Saben absolutamente todo, desde la hora a la que salís a pasear el perro hasta la cantidad de pelos que tenés en tu cabeza. Es increíble la suma de informaciones que coleccionan estas personas. Es realmente admirable y fastidioso a la vez, son tan dañinos pero vanas son nuestras quejar, sus fechorías no son reconocidas por la ley, tampoco se lo reconoce como una enfermedad metal (aunque en algunos casos lo aparente) por lo tanto lo único que nos queda a los ciudadanos comunes es intentar defendernos lo mejor que podamos y callarnos la boca.
No es justo, tendrían que existir algún tipo de justiciero para solucionar este problema. ¿Porque nosotros no sabemos nada de ellos y ellos todo de nosotros? Aunque nos quejamos, no nos detenemos a pensar que tal vez si no existiesen la vida no sería como es, quizás estemos encerrados en la definición mala de estos individuos y ellos están con un propósito que ignoramos gracias a tantos años de crítica destructiva. Ya que desconocemos ese punto tal vez concluya con la idea de que estas personas que ordinariamente llamaríamos “chusmas”, son inevitablemente parte de nuestro día a día y tenemos q aprender a convivir con esos ojos que todo lo ven (todo superficial, no hablo de cosas profundas y espirituales)
Logre advertirles para que tomen los recaudos necesarios, cuídense de a quien les hablan de sus cosas intenten no llamar la atención o simplemente ignórenlos van a terminar por cansarse.
Con la descripción fui algo exagerada o no, nunca nadie sabrá con exactitud que tan buenos en el arte de “chusmear” serán nuestros vecinos pero si lo fui, solo recreo su mismo juego, eso de exagerar y de desparramar las cosas. Tal vez así logren entender lo incomodo que se siente estar de nuestro lado.
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